ALTURAS DE
MACHU PICHU
Sube a nacer
conmigo, hermano.
Dame la mano
desde la profunda
zona de tu
dolor diseminado.
No volverás
del fondo de las rocas.
No volverás
del tiempo subterráneo.
No volverá tu
voz endurecida.
No volverán
tus ojos taladrados.
Mírame desde
el fondo de la tierra,
labrador,
tejedor, pastor callado:
domador de
guanacos tutelares:
albañil del
andamio desafiado:
aguador de las
lágrimas andinas:
joyero de los
dedos machacados:
agricultor
temblando en la semilla:
alfarero en tu
greda derramado:
traed a la
copa de esta nueva vida
vuestros
viejos dolores enterrados.
Mostradme
vuestra sangre y vuestro surco,
decidme: aquí
fui castigado,
porque la joya
no brilló o la tierra
no entregó a
tiempo la piedra o el grano:
señaladme la
piedra en que caísteis
y la madera en
que os crucificaron,
encendedme los
viejos pedernales,
las viejas
lámparas, los látigos pegados
a través de
los siglos en las llagas
y las hachas
de brillo ensangrentado.
Yo vengo a
hablar por vuestra boca muerta.
A través de la
tierra juntad todos
los
silenciosos labios derramados
y desde el
fondo habladme toda esta larga noche
como si yo
estuviera con vosotros anclado,
contadme todo,
cadena a cadena,
eslabón a
eslabón, y paso a paso,
afilad los
cuchillos que guardasteis,
ponedlos en mi
pecho y en mi mano,
como un río de
rayos amarillos,
como un río de
tigres enterrados,
y dejadme
llorar, horas, días, años,
edades ciegas,
siglos estelares.
Dadme el
silencio, el agua, la esperanza.
Dadme la
lucha, el hierro, los volcanes.
Apegadme los
cuerpos como imanes.
Acudid a mis
venas y a mi boca.
Hablad por mis
palabras y mi sangre.
Canto General Pablo Neruda
PIEDRA NEGRA
SOBRE UNA PIEDRA BLANCA
Me moriré en
París con aguacero,
un día del
cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en
París ?y no me corro?
tal vez un
jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será,
porque hoy, jueves, que proso
estos versos,
los húmeros me he puesto
a la mala y,
jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi
camino, a verme solo.
César Vallejo
ha muerto, le pegaban
todos sin que
él les haga nada;
le daban duro
con un palo y duro
también con
una soga; son testigos
los días
jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la
lluvia, los caminos...
Poemas póstumos, Cesar Vallejo
"ÉRAMOS
LOS ELEGIDOS DEL SOL"
Éramos los
elegidos del sol
y no nos dimos
cuenta
fuimos los
elegidos de la más alta estrella
y no supimos
responder a su regalo
Angustia de
impotencia
el agua nos
amaba
las selvas
eran nuestras
el éxtasis era
nuestro espacio propio
tu mirada era
el universo frente a frente
tu belleza era
el sonido del amanecer
la primavera
amada por los árboles
Ahora somos
una tristeza contagiosa
una muerte
antes de tiempo
el alma que no
sabe en qué sitio se encuentra
el invierno en
los huesos sin un relámpago
y todo esto
por que tú no supiste lo que es la eternidad
ni
comprendiste el alma de mi alma en su barco de tinieblas
en su trono de
águila herida de infinito.
Últimos poemas, Vicente Huidobro
LAS PERSONAS
MAYORES
III
Las personas
mayores
¿a qué hora
volverán?
Da las seis el
ciego Santiago,
y ya está muy
oscuro.
Madre dijo que no demoraría.
Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir
por ahí, por donde
acaban de
pasar gangueando sus memorias
dobladoras
penas,
hacia el
silencioso corral, y por donde
las gallinas
que se están acostando todavía,
se han
espantado tanto.
Mejor estemos
aquí no más.
Madre dijo que
no demoraría.
Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el
mío es más bonito de todos!
con los cuales
jugamos todo el santo día,
sin pelearnos,
como debe de ser:
han quedado en
el pozo de agua, listos,
fletados de
dulces para mañana.
Aguardemos así, obedientes y sin más
remedio, la
vuelta, el desagravio
de los mayores
siempre delanteros
dejándonos en
casa a los pequeños,
como si
también nosotros
no pudiésemos partir.
Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco
al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a
haber dejado solo,
y el único
recluso sea yo.
César Vallejo